Gracias a estas técnicas innovadoras es posible, de hecho, crear vídeos específicos para comunicar en poco tiempo, pero de forma clara y más fácilmente comprensible, una serie de informaciones y conceptos, incluso bastante complejos, en beneficio tanto de los «profanos» (por ejemplo, para explicar a un paciente la intervención quirúrgica a la que debe someterse), como de los propios profesionales de la salud (para aclarar el mecanismo de acción de un principio activo, esbozar en detalle una nueva técnica quirúrgica o el funcionamiento de un dispositivo biomédico, etc.).

Por consiguiente, la producción de vídeos en 3D puede tener aplicación no sólo en el ámbito de la comunicación entre médico y paciente, sino también en el ámbito destinado a los profesionales de la salud, e incluso como herramienta didáctica de actualización y formación.

Con la representación 3D es posible incluso explorar mundos no visibles a nuestros ojos hasta lo infinitesimal, como el interior del cuerpo humano, de un órgano e incluso de una célula.